Diario de un escritor en marcha: Mi relación con los lectores: entre la cercanía y la sorpresa
Introducción
Siempre imaginé que si alguien leía mis libros y opinaba sobre ellos, lo haría en una reseña de Amazon, en un comentario de Instagram o como mucho, en un correo. Pero ahora vivo en un pueblo, y las cosas funcionan de otra manera.
Aquí los lectores no dejan estrellas: te paran por la calle y te preguntan directamente. A veces mientras tomas un vino en el bar, cuanto te cruzas con ellos en la soledad de un paseo por el campo o en una feria, y te dicen:
—“¿Por qué hiciste eso con ese personaje?”
—“Me he quedado con esta duda, ¿pasa esto por algo?”
—“Oye, he leído tu libro y quería darte las gracias.”
Y eso, sinceramente, no tiene comparación.
Leer tu libro en otra voz (y en otra vida)
Una cosa es imaginar cómo puede recibir tu historia un lector. Otra muy distinta es cuando alguien que conoces —o que simplemente te ubica de vista— te habla con emoción, con curiosidad o incluso con enfado sobre lo que has escrito.
De pronto ese libro que escribiste en soledad cobra vida en la percepción de otra persona, otras interpretaciones, otras sensibilidades.
Y a veces, te sorprende. Porque el lector ve cosas que tú no habías previsto, se detiene en detalles que creías menores o interpreta una escena de una forma que jamás imaginaste.
Las preguntas que no esperabas
Hay lectores que te cuentan cómo les ha acompañado tu libro en un momento difícil. Otros te hacen preguntas muy concretas:
—“¿Por qué no explicas esto al final?”
—“¿Ese personaje está inspirado en alguien real?”
—“¿Vas a escribir una segunda parte?”
Y a veces no tienes una respuesta clara, porque ni tú mismo te habías planteado esa posibilidad.
Pero esa conversación te cambia. Porque te das cuenta de que tu libro ya no te pertenece del todo. Ahora es suyo también.
La importancia de la cercanía
Este tipo de contacto directo me recuerda por qué empecé a escribir: para comunicar, para conectar, para generar algo en el otro.
No hace falta viralidad ni trending topics. A veces basta con una persona que, al terminar de leer, te mire y te diga:
—“Me ha hecho pensar.”
—“Me ha removido.”
—“No me lo esperaba.”
—“Quería decírtelo.”
Y ahí, todo cobra sentido.
¿Y las reseñas online?
No es que no las valore, pero no vivo pendiente de ellas. Me interesan más esas conversaciones reales, no filtradas por la pantalla ni reducidas a una puntuación.
Prefiero una charla de cinco minutos con alguien que ha leído con atención, que cien “me gusta” de gente que no ha pasado de la portada.
Conclusión
Mi relación con los lectores no se mide en métricas. Se mide en encuentros, en preguntas, en silencios que dicen mucho más que las palabras.
Y cada vez que alguien se acerca para hablarme de un libro mío, entiendo que escribir sigue siendo uno de los actos más humanos que conozco.
Gracias por leer. Nos vemos —en los libros o por la calle— y comentamos.
Ignacio Chavarría
Escribiendo. Escuchando. Conectando.