Esta mañana he tenido una interesante conversación con mi amigo Mauro. De política y de futbol no hablamos porque terminamos alterados y a nuestra edad ya no nos convienen los sofocos. Prescripción médica. Empezamos hablando del tiempo pero el tema derivó rápidamente hacia las artes, como siempre. Esta vez hablamos sobre la importancia de la imaginación en la obra escrita en contraposición al estilo, el control y pureza del lenguaje. A Mauro le gusta llevarme la contraria, sobre todo desde que murió, por eso se empeñaba en defender que el control del lenguaje, la exquisitez en el uso y el dominio de las figuras retóricas son, en esencia, más importantes que la temática o el contenido en sí. -¿Que importancia tiene lo que te cuentan si te lo cuentan mal?- argumentó Mauro ante mi insistencia.
¡Que tipo Mauro!, incluso desde su cubo de cristal le gusta chincharme. Tomaron un trozo de su piel a petición suya, quería seguir con nuestras charlas y partidas de ajedrez desde su ausencia. Inteligencia Organoide lo llaman, convierten células de la piel en neuronas cerebrales. Ahora Mauro es un trozo de piel dentro de un cubo de cristal con conexiones neuronales a mi habitación en la residencia. Lo que hace la ciencia. Yo ya he firmado también para terminar en un cubo de esos, no me gustaría dejar a medias ninguna partida o conversación con mi amigo cuando yo falte.